Estructura del índice de precios al consumidor: algunas implicaciones para el análisis de la inflación
Para analizar la dinámica de la inflación, una práctica común entre los economistas es la de desagregar el Indice de Precios al Consumidor (IPC) en sus principales componentes. Desde el punto de vista analítico, lo más recomendable es desagregar el índice en grupos de precios cuyos comportamientos exhiban elementos en común (ver Lora 1994). Frecuentemente, dicha desagregación exige grandes esfuerzos por parte de los analistas, ya que la clasificación del IPC proporcionada por el DANE no es la más conveniente para el análisis económico(1).
La ausencia de una clasificación apropiada ha conducido a innumerables desagregaciones del IPC, las cuales responden en buena parte a las preferencias de cada autor. Dentro de las desagregaciones más frecuentes, se encuentra aquella que separa a los alimentos de los no-alimentos. Los proponentes de esta desagregación la justifican con base en la particular volatilidad característica de los bienes agrícolas (véase, por ejemplo, Correa y Escobar, 1990; Villar, 1988; Fedesarrollo, 1988). Algunos autores han intentado dividir el IPC en sus componentes transables y no transables, en consonancia con una de las prácticas con mayor aceptación en la literatura internacional(2). Sin embargo, como se espera demostrar en este estudio, para el caso colombiano, esta clasificación no es tan útil, ya que por lo menos uno de estos grupos incluye precios de comportamiento muy heterogéneo.
El objetivo de este trabajo es proponer una nueva clasificación analítica del IPC colombiano, centrada en la heterogeneidad del grupo de no transables. Se propone una división de este grupo en tres componentes: indexados, flexibles y cíclicos. Su utilidad se ilustra mediante un análisis de la evolución de la inflación desde 1983. Además, la clasificación propuesta se utiliza para derivar implicaciones acerca de la tasa de inflación natural, la rigidez de los precios y las perspectivas del Pacto Social.